“Si no los atendemos, en menos de 10 años no tendremos a quien representar, así que ponte a trabajar en eso, Katia”.  Así me dijo con su ronca voz –me ordenó mejor dicho- cuando le había manifestado que dudaba del interés que tendría el tema del sector informal, de los trabajadores independientes y no organizados, ante tantos problemas que los sindicatos y confederaciones atendían diariamente con sus afiliados.

En la ORIT teníamos un proyecto en puertas con la cooperación directa de la UGT de España, pues Luis Anderson había negociado con Maite Núñez, directora del ISCOD, y realmente no teníamos mucha experiencia en el tema, al menos yo.  Ambos se han ido, pero no se equivocaron al abordar el asunto, de cara al futuro del mercado laboral.  Estábamos al final de los 90´s.

Sabíamos de los abordajes que la Conferencia Internacional del Trabajo estaba haciendo desde 1991, cuando por primera vez el sector informal se introdujo como tema en el debate tripartito. Pero no fue sino a mediados de los noventa cuando se habían puesto de acuerdo en la misma OIT y con apoyo de organizaciones de la India, en ubicar al sector en las economías nacionales y en buscar definiciones a ese mundo tan desatendido.[1]  En 2003, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas dio un importante paso adelante hacia la preparación de los estimados sobre la contribución del empleo informal en el PIB de los países.[2]

Me dediqué en mis horas libres -las pocas que tenía como coordinadora general de programas de la ORIT- a investigar a fondo sobre el trabajador autónomo, independiente, cuenta propia, free-lancer y descubrí un mundo enorme, creciente e indetenible que llenaba espacios en la economía informal en muchos países. Aprendí de los españoles a través de la UTPA, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos que recién se creaba en 1999;  de la Red de Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO, por su sigla en inglés) que se había creado en 1997 dedicada a la acción, la investigación y las políticas, para mejorar el estatus de los trabajadores pobres, especialmente las mujeres, en la economía informal; y  de la alianza StreetNet International de los vendedores de la calle que comenzaba a fraguarse en  Durban, Africa del Sur.

 

Mucho que aprender

Por más de una década aproximadamente, la definición del sector informal se basó en las características de las unidades de producción o empresas en lugar de centrarse en las relaciones o en las condiciones de los trabajadores y trabajadoras que crecían en la informalidad, tanto dentro como fuera de las empresas formales.

Varios países del mundo asiático, europeo y unos pocos países de América como Brasil y México, recolectaban datos sobre el empleo informal y el empleo en el sector informal.  Había mucho por aprender y Luis abordaba con crítica que la preocupación fuese más dirigida al desarrollo meramente económico, a la incidencia en el PIB,  y no a lo que ese camino estaba afectando cada vez más a los hombres y mujeres trabajadoras y su condición de vida.

En el 2003 y luego en las 2013 publicaciones de la OIT y WIEGO, reflejaban importantes avances al incorporar hasta 47 países con datos y nuevos métodos para identificar categorías de trabajadores en la economía informal urbanos basados en datos oficiales –en particular, sobre las trabajadoras del hogar, las trabajadoras a domicilio, los comerciantes ambulantes y los recicladores.[3]

Al llegar el proyecto de ISCOD, Luis me pidió que me encargara directamente y fue así como trabajé el tema más cerca de Maite Núñez y con María Reyes Velilla, Reyes, a cargo de los proyectos en ISCOD-UGT en Madrid.

 

Para empezar, convencer

Iniciamos con talleres de sensibilización dirigidos a los líderes sindicales y fue punto de agenda en secretariados y comité ejecutivo de la ORIT. Recuerdo a nuestro secretario general cuando abordaba el asunto con su visión de futuro: “esos trabajadores de la calle, los informales, los que no están bajo la relación formal dentro de una empresa, una fábrica o una industria, debemos organizarlos, crear sindicatos para ese sector…si no comenzamos ahora, no vamos a tener trabajadores que representar”….”son los trabajadores  más pobres, los más vulnerables, los que no tienen defensa y que son explotados hasta por ellos mismos porque desconocen sus derechos humanos fundamentales”.  

Palabras más o palabras menos, siempre usaba esos argumentos para atraer la atención de los líderes.

Yo veía algunas caras desconectadas del tema, y había intervenciones poco convencidas de la importancia del sector. En los pasillos se preguntaban cosas como: ¿si nos cuesta tanto organizar a los trabajadores de las empresas donde tenemos sindicatos, cómo haremos para llegar a esos que ni siquiera se consideran trabajadores?

Pero todos sabemos que el liderazgo de Luis Anderson se imponía con su convicción, sus análisis y argumentaciones. Así que nadie se atrevía a confrontarlo cuando hablaba sobre los trabajadores independientes totalmente desprotegidos.

Muy dentro de mí sabía que esos dirigentes de las confederaciones no estaban tan errados con esas dudas. Yo misma le decía a Luis lo difícil que era, pero al mismo tiempo había aprendido con lo estudiado y con la perseverancia de él, que lo que no se comenzaba a   visualizar e implementar, nunca lo alcanzaríamos. Insistía en que mirara el camino más allá de los próximos 10 años.

Elaboramos un plan a dos años primero, con proyección para que tanto en la ORIT como en las confederaciones miembros se incluyera el tema en las políticas y las agendas de trabajo de manera permanente. Él tenía la certeza de que obtendríamos financiamiento para ejecutar el plan, y que lo haríamos bien y vendrían más proyectos. Y así arrancamos.

 

Indagar sobre la realidad

En esos tiempos no era como ahora que se contratan consultores para todo. Nosotros mismos iniciamos un recorrido por donde ya ISCOD había hecho trabajos con el sector; mapeamos algunos países hasta donde nos alcanzaría el presupuesto, y donde pudiéramos demostrar que la organización de los trabajadores y trabajadoras del sector de la economía informal era posible, era potencialmente fuerte y de interés para las confederaciones.  Ese fue otro “gancho” que Luis me lanzó: buscar algo que atrajera la mirada de las confederaciones hacia el sector.

Con un listado de organizaciones de trabajadores del sector informal de la economía, y junto a otros proyectos que ya se desarrollaban en la región (PROSIE en Perú), comenzamos por elaborar programas de formación y con el apoyo de ISCOD nos acercamos a grupos organizados en la CUT Perú, en la CUT y Forza Sindical de Brasil, en la CTV de Venezuela. Poco a poco fue creciendo la lista hasta tener un panorama más claro de la situación en la región. Había mucho, desorganizado y débil.

 

 

Luis Anderson supervisó todo el proyecto desde su inicio, y orientaba hacia la organización y fortalecimiento de sindicatos y asociaciones de trabajadores de la economía informal, y nos pedía incorporar su participación en los seminarios y talleres que realizábamos en diferentes países de Latinoamérica. Su apretada agenda se abultó con la atención a estas actividades, pero él así lo quería.

Recuerdo algunos encuentros regionales, donde participaron representantes de diferentes organizaciones de 12 o 15 países y no importaba si estaban afiliadas o no a las confederaciones de la ORIT.  Abrimos el paraguas del movimiento sindical regional e internacional y les mostramos donde cabían sus trabajadores, los beneficios de ingresar a federaciones y confederaciones nacionales. Colegas como Beethoven Herrera, Eduardo Rodríguez, Gerardo Castillo y dirigentes como Amanda Villatoro e invitados de OIT como Oscar Valverde de ACTRAV sirvieron de expositores en todo el proceso de reconocimiento, sensibilización y organización del sector de la economía informal dentro de la ORIT.

Mientras tanto, la OIT hacía sus esfuerzos institucionales en seguir desarrollando instrumentos normativos para la atención y defensa de trabajadores del sector, los cuales nos sirvieron de base para elaborar documentos formativos y organizativos.

 

El tema llegó para quedarse

Actualmente se registran en América Latina más de 130 millones de personas trabajando en condiciones de informalidad, y en algunos países el porcentaje de la fuerza laboral de ese sector alcanza el 60 y 75 por ciento.[4]   No deja de crecer por razones estructurales, por políticas económicas y por un mercado laboral que ha ido cambiando el escenario del trabajador formal tradicional. Sin embargo, hay más organización de los trabajadores, y más herramientas e instrumentos de defensa de sus condiciones. La Confederación Sindical de las Américas, CSA, siguiendo la ruta trazada por la ORIT con Luis Anderson al frente,  continúa con programas de atención a los trabajadores independientes.

Hace apenas 5 años, en el 2013, un programa especial para América Latina, FORLAC/OIT, nació para apoyar a los gobiernos y actores sociales en consolidar políticas y estrategias para facilitar la transición de la economía informal a la economía formal en la región.  Posteriormente surgió la Recomendación 204 sobre la transición de la economía informal a la economía formal, adoptada por la Conferencia de la OIT en su 104.a reunión, el 12 de junio de 2015 en Ginebra.

 

El hoy se forma en buena parte por las acciones realizadas en el pasado, y el movimiento sindical regional e internacional recoge los frutos de esa mirada asertiva y empeñada que Luis Anderson puso en este sector de trabajadores y trabajadoras de la economía informal.

En el plano personal y profesional, no es casualidad que la OIT me seleccionara en concurso abierto para coordinar en Centroamérica el proyecto “Promoviendo la organización de trabajadores del sector informal-PROSEI”, dirigido a organizaciones sindicales y empresariales en Honduras, El Salvador y Costa Rica, durante 4 años, hasta el 2016.

La voz de Luis Anderson aún se escucha en muchos hombres y muchas mujeres, líderes y dirigentes del sector, que reconocen -15 años después de su partida-, la confianza y el valor que les transmitió para seguir luchando por sus derechos como ciudadanos y como trabajadores en todo el continente.

[1]  “Statistics on Employment in the Informal Sector” (Estadísticas sobre el empleo en el sector informal) como base para la discusión en la Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET) 1993

[2] El Volumen 2 del Sistema de Cuentas Nacionales de 2008 (de la Comisión de Estadísticas de las Naciones Unidas creada en 1997) contiene por primera vez un capítulo titulado “aspectos informales de la economía”.

[3] Women and Men in the Informal Economy: A Statistical Picture (2.ª ed.) 2013

[4] Programa de la OIT para la formalización de la informalidad. Manual 2013

Katia Gil García.

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