La primera vez que encontré a Luis no fue en México, ni en Caracas sino en Bruselas en el año 1984.  Fue en una recepción en la casa de John Vanderveken, quién era Secretario General de la CISL (ahora la CIOSL), con ocasión de una reunión de su consejo directivo.

Luis era el nuevo secretario general de la ORIT así que todos en la sala querían encontrarlo y hablar con él. Yo estaba allí con Jerzy Milewski, director de la representación externa del sindicato polaco NSZZ Solidarnosc en Bruselas ya que el sindicato mismo había sido prohibido en Polonia pero seguía funcionando en la clandestinidad.

Me acuerdo que Luis mostró un interés genuino sobre los acontecimientos recientes en Polonia.

También me acuerdo que Luis era el único dirigente sindical latinoamericano en esa sala que hablaba inglés y por lo tanto podía comunicar con gran facilidad con muchos de los dirigentes allí presentes. El hecho de que soy políglota fue uno de los elementos importantes en mi colaboración con Luis.  Por toda una serie de circunstancias, hablo bien el español, inglés, francés, y polaco.

Al inicio de la década de los 80, estaba viviendo y trabajando en México y  ocasionalmente hacía traducciones para la ORIT como colaboradora externa aunque no conocía la organización más que por sus textos.

En aquellos momentos nunca hubiera pensado en una posible colaboración con la ORIT.  Sin embargo, el destino fue otro.  A principios de 1982, unos meses apenas después del golpe en Polonia, se establece en Bruselas una representación de los sindicatos en la clandestinidad.

Los sindicalistas polacos entienden la importancia del apoyo y la solidaridad internacional y abren una pequeña representación en Bruselas dónde se ubicaban dos de las centrales sindicales mundiales, la CISL y la CMT. Se buscan voluntarios para apoyar a los sindicalistas polacos en el exilio en Europa, la mayoría de los cuales hablaban solo polaco!, y con apoyo financiero del CLC canadiense, me fui para Bruselas donde permanecí dos años.

Fue una coincidencia que en el momento en que por motivos personales regresé a México en el otoño de 1984, Luis salía de esa ciudad para asumir el puesto de Ministro del Trabajo en Panamá.

Nuestros caminos se cruzarían de nuevo en el otoño de 1985, el 19 de septiembre precisamente.  Luis había renunciado al puesto de Ministro y unos pocos meses después encabezó una nueva iniciativa, el Comité Interamericano de Derechos Humanos y Sindicales (CIDHS).  Invitada a colaborar con él para desarrollar el trabajo del Comité, salí para Panamá en la mañana del 19 de septiembre 1985, el día del famoso temblor que sacudió al Distrito Federal y causó terribles daños y pérdida de vidas. Con gran suerte, mi vuelo salió apenas unos momentos después del temblor.  Fuimos los últimos en salir ese día ya que las pistas del aeropuerto quedaron dañadas.  Pero a los pasajeros no se nos dijo nada, solamente sentimos unas vibraciones muy fuertes momentos antes de despegar. Todos pensamos que fueron los motores arrancando.

Llegando a Panama horas después, veo a Luis quien salió a recibirme, terriblemente ansioso y preocupado.  “Tembló fuerte en México” me dice y yo pensé “esos panameños no saben nada de temblores”.  Fue solamente al encender la tele en mi habitación de hotel que me di cuenta de la verdadera magnitud del desastre!

Con Luis se trabajaba intensamente, en Panamá al principio pero después en México cuando Luis volvió allí al ser electo nuevamente secretario general de la ORIT.  Una vez más nuestra colaboración se centró en el tema de la protección y promoción de los derechos humanos y sindicales con las afiliadas de la ORIT.

Desarrollamos un plan de trabajo para montar une red de “corresponsales” con el objeto de agilizar el flujo de información sobre casos de violaciones.  También hicimos una labor de establecer vínculos y colaboración con el mundo de las ONGs que trataban el tema de los derechos humanos.

Hay que acordarse de que hace más de treinta años, el tema de los derechos humanos así como la colaboración con organizaciones fuera del mundo sindical representaban una visión nueva del sindicalismo y no eran sin controversia.

Luis tuvo la visión de promover la formación de importantes alianzas con otros elementos de la sociedad civil, respetando las aspiraciones y los intereses de los otros sectores.

Argumentaba que para enfrentar la pérdida de representatividad de los sindicatos en el mundo debido a la globalización y las políticas neoliberales, era indispensable aliarse con los movimientos de mujeres, los ecologistas, los indígenas, etc. para avanzar mejor los intereses de los trabajadores y las trabajadoras no sólo en las empresas mediante los contratos colectivos sino en el ámbito social y económico nacional. Esta visión de un nuevo sindicalismo socio-político fue ratificada en el importante Congreso Continental de la ORIT en 1989.

Dejé a la ORIT unos cuantos meses después del Congreso.  Mi familia estaba en Canadá y al volver a ese país tuve la gran suerte de que en el departamento internacional de la central canadiense CLC había un puesto abierto con responsabilidad para la cooperación con América Latina.  Y fue así que mi colaboración con Luis, la ORIT, y en particular con el Comité de Mujeres, continuó en la década de los noventa y los primeros años del nuevo milenio, aunque de  forma distinta.

Por un lado, trabajé en dar a conocer la “nueva” ORIT  a los sindicatos canadienses y por otro, en canalizar una parte importante de la cooperación canadiense para apoyar a diversas iniciativas contempladas en los Nuevos Rumbos del Sindicalismo de la ORIT.

Durante los casi treinta años de trabajo con el movimiento sindical polaco, latinoámericano y después canadiense, colaboré con muchos dirigentes sindicales pero a mi modo de ver eran muy pocos los que como Luis entendían que ser buen dirigente significaba reconocer y potenciar las aptitudes y las capacidades de sus colaboradores.  Luis estaba abierto a escuchar propuestas y debatirlas a fin de llegar a una posición bien pensada y con una argumentación sólida.

A veces me pregunto qué haría Luis frente a los nuevos desafíos que hoy enfrentamos: crecientes nacionalismos y autoritarismos, las democracias de los pocos, la intolerancia del otro, la creciente brecha entre los pocos ricos y todos los demás, el calentamiento global, etc. Claro, no tengo una respuesta, pero en mi mente veo a Luis mucho muy indignado y preocupado por el estado de las cosas hoy por una parte pero por la otra, lo veo siendo el líder natural que era en la lucha por los derechos humanos, la justicia social, y la democracia.

Anna Nitoslawska, Agosto 2018.

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