En la lucha social – sindical y política no podemos sudar mezquindad; y recordar es también una manera de honrar y perdonar.

Luis Anderson fue un panameño que operó configurando en su comportamiento las características de su terruño: fue un istmo que unió distancias y separó continentes.

El istmo de Panamá fue todo eso y algo más. Y también lo fue Luis Anderson, un gran dirigente sindical y político. Llegó a ser Ministro de Trabajo de Panamá. Siempre impresionó por su físico. Y llamó la atención su pragmatismo inteligente, como su sentido de responsabilidad.

Tuvo la envergadura de los hombres que marcan una época. Prácticamente fue Secretario General de la CIOSL/ORIT durante 20 años. En eso tuvo un parecido y al mismo tiempo distancia y cercanía con otro gran líder sindical: Emilio Máspero, quien fuera Secretario General de la CLAT un poco más de 30 años, siendo un gran  estratega sindical y líder latinoamericano – caribeño formidable. Y los dos mueren siendo secretaros generales de las respectivas organizaciones.

En un tiempo de declive del movimiento sindical y de fuerte ofensiva del neoliberalismo, que pretende reimplantar el “Factory sistema” en las relaciones de trabajo, buscando supe explotar el trabajo humano, vale la pena tener presente la memoria de hombres como Emilio Máspero y Luis Anderson.

Tuve la oportunidad de ser Secretario General Adjunto de la CLAT durante 17 años, y Director General de la Universidad de los Trabajadores de América Latina – UTAL – durante 10 años, espacio-tiempo que me permitió conocer y apreciar las cualidades destacadas, como también las contradicciones de Luis.

En esta vida y en la lucha de todos los días, todos tenemos contradicciones, y tuvimos unas cuantas oportunidades de confrontar duramente, especialmente en la visión integracionista, ya que Anderson sustentó siempre el panamericanismo, y los hombres y mujeres de la CLAT el latinoamericanismo-caribeño.

También tuvimos ocasión de coincidir en cuestiones claves, como la defensa del Canal de Panamá como territorio latinoamericano. En eso no había diferencias. Los apasionamientos eran comunes También tuvimos ocasión de debatir sobre la democracia, él quedaba cercano a la democracia formal representativa inspirada en parte por Occidente y los EE.UU.

Nosotros en la CLAT sustentábamos la Democracia Real, participativa, protagónica, incorporando la propuesta de la autogestión. Incluso publicamos un libro sobre la materia.

También diferíamos en algo que nos parecía decisivo: concebir la visión estratégica de Movimiento de Trabajadores como perspectiva enriquecedora del Movimiento Sindical, especialmente a partir del poco desarrollo industrial de América Latina. Por eso en la CLAT participaban orgánicamente en la conducción el Movimiento Cooperativo, el Movimiento Campesino, organizaciones sectoriales, el Movimiento de Pobladores, Jubilados y Pensionados, Juventud Trabajadora, Mujeres Trabajadoras, etc.  Un dato que nos dio personalidad propia, la creación y el funcionamiento de la UTAL, como principal instrumento de estudio de la realidad nacional e internacional y de formación de un nuevo tipo de liderazgo en el campo popular.

Pero las diferencias, algunas muy válidas en el tiempo histórico de la guerra fría, en ningún momento significaron la descalificación en términos personales e institucionales, el respeto estuvo siempre presente en las confrontaciones que se suscitaban cada vez que debatíamos temas y problemas de alta temperatura, especialmente en las denuncias que se daban en contra de los imperialismos del  este y del oeste, y del neoliberalismo- capitalismo, verdaderos sistemas de explotación del trabajo humano.

Rendimos nuestro homenaje a Luis Anderson, un luchador incansable. Un gran dirigente.

Rodolfo Romero – RoRó, Caracas, octubre 2018.

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