UNA VISION DE ANDERSON DESDE ARGENTINA
Conocí a Luis en octubre de 1986, personalmente. Había oído de él a través de algunos amigos de la vieja Confederación General de Empleados de Comercio de la República Argentina, hoy FAECYS. Luis se vio envuelto, en aquella oportunidad, sin quererlo, en la interna del Sindicato de Comercio de la Capital Federal al ser invitado al cierre de campaña de la Lista Azul que encabezaba Armando Cavalieri y que yo integraba como candidato a Secretario de Cultura y Capacitación. Estaba haciendo mis primeras armas en el sindicalismo y no entendía demasiado su presencia en este acto; hasta me atrevo a recordar que no conocía siquiera la ORIT de la cual Luis era Secretario General.
Tiempo después comprendí que Luis había quedado atrapado en la dinámica típica de las internas sindicales argentinas: estaba de visita en el país y “lo llevaron a un acto sindical”.
Con el tiempo y ya sabiendo quién era Anderson y qué era la ORIT, comprendí la envergadura de su figura. Sin embargo, mi vinculación con el internacionalismo sindical se consolida recién a partir de mediados de la década del 90. Me crucé con el dos o tres veces y mucho más a partir de mi relación con Julio Godio para la misma época.
Godio había tenido una relación muy fuerte con Luis y la ORIT. Ambos, uno en la teoría y el otro en la práctica sindical, fueron los constructores de las tesis del Sindicalismo Sociopolítico. Razones circunstanciales llevaron a una interrupción de la relación, aunque, afortunadamente, para el tiempo en que Godio y yo comenzábamos a trabajar lo que iba a resultar en la creación del Instituto del Mundo del Trabajo en Argentina, ambos se reencontraron, dando lugar a que se le hiciera un homenaje durante el Congreso de 2001 en Washington. Julio reaparecerà en ORIT para su último Congreso, en 2005, ya sin Anderson.
Era importante entender el balance y equilibrio de Anderson conduciendo la ORIT. Su indetenible visión a partir de 1984 condujo la ORIT hasta el 2003, año de su fallecimiento y en su ejercicio la ORIT creció con la incorporación de las grandes centrales brasileñas (CUT y Forca Sindical) y la incorporación definitiva de la CGT de Argentina, que había estado representada durante décadas por grandes sindicales sectoriales (del comercio, municipales y bancairos), aunque solo la Confederación General de Empleados de Comercio permanecía.
La ORIT, durante el mandato de Anderson atiende, no sin debates, a los sindicatos del Cono Sur en su lucha por la democratización de la región y auspicia y apoya la creación, en 1986 de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS) que se convertirá a partir del 1991 en el sujeto sindical del MERCOSUR.
La ORIT dará preponderancia en su accionar a la cuestión de la deuda externa de los países de la región y a las propuestas de tratados de libre comercio impulsados por Estados Unidos. En 1986 realiza en Buenos Aires una importante conferencia sobre el tema con la participación de importantes panelistas de economía, dirigentes sindicales de la región y de Europa y con la presencia de la CIOSL, coorganizada con la CGT de Argentina. Allí se denuncian los efectos perversos y condicionantes de las deudas externas que serán motivo de luchas y movilizaciones de los movimientos sindicales de la región hasta nuestros días.
Anderson fallece en 2003 y toma la posta el bancario paraguayo Víctor Baez, dándole un nuevo impulso a la organización regional de la CIOSL en un hemisferio sustancialmente distinto al que le tocó vivir a Anderson.
A pesar del acercamiento producido por la gestión Anderson en la ORIT entre los sindicatos de América Latina, esta seguirá reflejando realidades disímiles entre las subregiones hemisféricas y dentro de ellas en las características de desarrollo de los sindicalismos nacionales.
El visible ímpetu de la joven central sindical brasilera, la CUT, que junto al Partido de los Trabajadores, llevará a la presidencia de Brasil a su fundador, Ignacio Lula Da Silva, y la impronta de representatividad y arraigo de la CGT de Argentina, aun estando ambas ya dentro de la estructura de la ORIT pero con escasa participación por entonces en su conducción, generaba tensiones que se amplificaban por la mayor dedicación de estas centrales nacionales (junto al PIT-CNT de Uruguay, no afiliado a ninguna central internacional ni regional) a lograr la democracia en Paraguay y Chile y más tarde a consolidar la inicial participación del movimiento sindical del cono sur en el proceso de integración regional Mercosur. Anderson fue vital en estas estrategias.
La muerte de Anderson me encontró precisamente en una reunión de la CCSCS en Montevideo. Recuerdo que viajé inmediatamente junto al entonces Secretario General de la CGT, Rodolfo Daer en representación de la CGT de Argentina a su despedida en la ciudad de Panamá. Para ese entonces mis conversaciones con él y mi participación en las actividades de la ORIT eran frecuentes y en el primer Ejecutivo de la ORIT luego de su muerte asumí mi primer cargo internacional como integrante del Comité Ejecutivo Continental de la organización junto al flamante Secretario General Víctor Baez.
Baez habría de iniciar un nuevo tiempo para el sindicalismo de la ORIT en la región, al igual que Anderson años antes al hacerse cargo de la organización hemisférica de la CIOSL, en la década del 80.
Su despedida cerró una etapa importante en el movimiento sindical de la región y sus cenizas arrojadas en las aguas del Canal de Panamá serán la base del recuerdo del dirigente que manejó un delicado equilibrio entre el norte y el sur.
Siempre será recordado por su impronta sudamericana y sus aportes al sindicalismo internacional.
Ruben Cortina. Buenos Aires, octubre 2018