Luis era un gran amigo de la UGT de España. Nicolás Redondo, nuestro líder histórico, Manolo Bonmati, nuestro hombre de la solidaridad internacional, y yo mismo, nos honrábamos con el privilegio de su amistad personal.

Luis, como referente del sindicalismo de las Américas y por su propia trayectoria, era invitado, para intervenir, en cada uno de nuestros Congresos Confederales.

Sus palabras, cálidas y cercanas, que destilaban convicción  y un profundo conocimiento de los retos a los que nos enfrentábamos, y seguimos enfrentándonos, los trabajadores y sindicalistas del mundo, siempre dejaron una profunda huella entre los delegados congresistas de la UGT, que esperaban, con avidez, su turno de intervención.

Su visión sindical se asentaba en la dura experiencia de combate sindical contra la pobreza y monstruosas desigualdades que sufrían, y padecen, millones de trabajadores de Latinoamérica, como consecuencia de los arrastres de la historia, de infames dictaduras y ausencia de un marco de derechos sociales y sindicales adecuados, enmarcados en la lógica depredadora de la globalización neoliberal.

Sin embargo, nunca pensó que la estrategia adecuada tenía que ser el repliegue y el aislamiento.

Luis fue uno de los primeros sindicalistas al que escuché esgrimir lúcidos argumentos sobre la necesidad de integrar en la estrategia sindical la visión globalizadora, a nivel mundial, ya que, a despecho de la hostil y descarnada versión que el capitalismo financiero impone, con sus negros ropajes de paro, desigualdad y proliferación de nuevas formas de explotación y pobreza, como  la pobreza laboral, la globalización, no es sino el ansia de búsqueda de horizontes de dignidad y justicia para el género humano, desde los albores de la humanidad, cómo demuestra la realidad permanente de las migraciones.

Los sindicatos, en nuestra misión histórica, y en la defensa del trabajo decente y con derechos, tenemos que contribuir, de manera decisiva, a una redistribución humana y justa de la acumulación de riqueza existente a nivel mundial, la mayor en la historia de la Humanidad, si sabemos interpretar, correctamente, el legado sindical que, en defensa de la democracia, el trabajo y los derechos sociales, nos transmitió Luis Anderson.

Los sindicalistas de UGT, recibimos, de su trayectoria y enseñanzas, un saludable revulsivo contra el eurocentrismo y un antídoto contra los nacionalismos egoístas y miopes, que desgraciadamente, rebrotan, tras la gran recesión, en muchas partes de nuestro mundo.

Es evidente que, los pensamientos y la acción sindical de Luis Anderson tienen plena vigencia y valor.

Cándido Méndez, Madrid, octubre 2018.

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