La trayectoria de Luis Anderson trascendió el esfuerzo sindical externo y, como se sabe, asumió responsabilidades internacionales en la organización del movimiento obrero. Desde los tiempos de la negociación de los Tratados Torrijos- Carter de la década del setenta, Anderson fue una de las personalidades del sector sindical que con mayor entusiasmo y determinación asumieron la tarea didáctica de explicar a los dirigentes y activistas de los Estados Unidos la naturaleza de la situación imperante en la zona del canal y la fundamentación de las aspiraciones de la República de Panamá.
Este colonense que conocía el problema desde el fondo, fue un verdadero vehículo de comunicación entre la sociedad panameña y la norteamericana, en una acción de grandes proporciones para lograr, dentro de los Estados Unidos , un mínimo esencial de comprensión para con Panamá, de modo que los acuerdos que se concretaban en la mesa de negociaciones entre los dos países , pudieran adquirir cierto grado de realista viabilidad para que se convirtieran en un instrumento de acercamiento internacional. Tanto en Panamá como en los Estados Unidos, una corriente extraordinariamente consolidada e insistente, levantaba la bandera del status quo, para que la reglamentación aplicable a la ruta de tránsito fuera la misma del Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903, con la consecuencia de que la colonia tendría que permanecer allí, para siempre, con la quinta frontera en medio del territorio nacional.
El trabajo no fue fácil. La incomprensión del problema, unas veces por ignorancia y otras por desconfianza con el gobierno de Panamá o por el tamaño del país, estaba a la orden del día y una especie de orgullo nacional impedía que protagonistas norteamericanos de sus estructuras internas apoyaran la decisión de Jimmy Carter de concertar acuerdos que estuvieran a la altura de las nuevas circunstancias y reconocieran que había una deuda moral con un país pequeño como Panamá, , el cual había sido, durante todo el siglo veinte, víctima de graves y sensibles injusticias.
Los líderes sindicales norteamericanos entendieron el lenguaje reivindicador de los panameños y, de allí en adelante, nuevos aires de justicia internacional fueron cambiando el rumbo de las cosas. En el equipo negociador, por parte de Panamá, la sensación de que había un apoyo decidido y patriótico, ayudó a superar los momentos más difíciles y complicados, cuando alguna circunstancia que parecía insalvable amenazaba con llenar la atmósfera de un pesimismo desesperanzador. En esos casos, la pregunta que surgía era casi siempre la misma: que habrá de ocurrir en la relación canalera actual si se llegase a la conclusión de que, entre Panamá y los Estados Unidos no era posible acercarse para llegar a un acuerdo que colocara las cosas en el sitio merecido, por exigencias de la historia y de la justicia? Allí, frente a la complejidad de esa pregunta, surgía el espíritu de lucha de hombres como Luis Anderson -… y Phillip Dean Butcher— que no daban sus brazos a torcer y que acompañaron a la negociación en cada una de sus etapas. De modo que , cuando el 7 de septiembre de 1977 se pudo firmar la documentación que ponía fin a la colonia y establecía fecha fija para la terminación de las instalaciones militares y el control del canal, la colaboración clave del movimiento sindical canalero hacía sentir su presencia, y Lucho Anderson era su rostro más visible. Una combinación de inteligencia, sentido patriótico a toda prueba, capacidad de organización y tolerancia respetuosa con las ideas de los demás, le conferían el grado de gran capitán en la lucha por los mejores destinos nacionales.
Todos estos factores son los que explican que Luis Anderson, tal como me consta, haya estado vinculado a los primeros trabajos para incorporar al canal a Panamá, a su acervo de capital y a su orgullo y su autoestima. En la Panamá Canal Comisión y en el período de 1983 a 1989, Luis Anderson forma parte de la representación panameña en la Junta Directiva, junto a personalidades como Oydèn Ortega, Fernando Cardoze, Carlos Ozores y Carlos Velarde. Cambian las condiciones internas en Panamá, pero se reconoce el valor de Luis Anderson y permanece en la Junta Directiva como parte del grupo formado también por Cecilia Alegre, Alfredo Ramírez (padre) y Joaquín J, Vallarino.
Más tarde, ya con la existencia de la Autoridad del Canal de Panamá, se hicieron las designaciones con fundamento en la Ley 19 de 1997 (Orgánica de la Autoridad del Canal de Panamá) y es nombrado Luis Anderson, junto a Eloy Alfaro, Roberto Roy Raúl Montenegro V. Emanuel González Revilla, Fernando Cardoze, Moisés Mizrachi, Samuel Lewis Navarro y quien escribe esta reseña.
Debo señalar que, para mí, fue un verdadero orgullo trabajar tan cerca de una personalidad tan distinguida. Nunca tuvimos discrepancia. Un enfoque nacional, que coloca al canal por encima de cualquier debilidad estructural que pudiera experimentar la sociedad panameña, se tradujo en muralla de protección de la ruta interoceánica y en la tarea de moldear una institucionalidad canalera que fuera consciente de su delicado rol internacional y del valor histórico de la lucha que encabezaron las generaciones anteriores y que culminaron con la concertación que firmaron Carter y Omar Torrijos. Anderson aplicó en las Directiva del Canal la misma disciplina que se le conoció en otros escenarios y demostró, a todas horas, la profundidad de un pensamiento que permitía conocer el sentido de todas las circunstancias y demostrar que el origen social humilde (que compartía conmigo) no era obstáculo para enfocar con rigor lógico los más importantes temas de la ruta de tránsito y de sus consecuencias para el país.
Adolfo Ahumada.