Pasaron ya quince años y el recuerdo de Luis Anderson está presente en mi memoria como el primer día que nos conocimos en Bruselas. No es frecuente dar en la vida con una persona así, con esa visión, con el cual dialogar era una demostración interminable de riqueza intelectual, sensibilidad y calidez humana.
Para Luis era importante y lo decía con orgullo, con su sonrisa franca y la mirada penetrante que lo caracterizaba, que había sido trabajador técnico de aire acondicionado. Se refería con humildad al hecho de haberse iniciado como gremialista y llegado a ser Secretario General de su Central nacional, la CTRP y luego Ministro de Trabajo y Bienestar Social en su querida Panama.
Su destacada actuación lo llevó a nivel internacional a asumir posiciones muy importantes a nivel continental, cuando fue elegido Secretario General de la ORIT. Allí dejó una marca imborrable no sólo a nivel de las Américas sino también en la CIOSL y globalmente en numerosas misiones ante el Banco Mundial, el FMI, la OIT o el Comité Económico Social de la Comunidad Europea.
Aquella misma tarde de 1986 en que lo conocí en Bruselas, mencionó que buscaba formar un equipo de trabajo profesional y sólido para hacer frente a los grandes desafíos que tenía el movimiento sindical latinoamericano y que después de leer detenidamente mi currículo confiaba en mi para dirigir el Departamento de Proyectos Socio Económicos de ORIT,
Su sinceridad y esa forma tan directa de presentarme las cosas causaron en mí una honda impresión y realmente no dejaron dudas para que poco después aceptara la misión y asumiera el compromiso que se necesita para algo como lo que me planteaba.
No es nada fácil intentar resumir tantos pensamientos que compartimos infinitas veces durante muchos años. Por lo general nuestras conversaciones ocurrían en horas entradas de la tarde en la sede de ORIT en aquella época en ciudad de México o donde su apretada agenda de reuniones y viajes sin cesar se lo permitían.
Siempre me transmitió esa virtud de presentar las ideas de una forma que uno olvidaba el cansancio y se hacía socio inmediato en sus esfuerzos por la claridad y el interés que transmitía en lo que creía decididamente.
Su fallecimiento repentino ocurrido en las oficinas de ORIT en Caracas nos conmovió profundamente a todos los que tuvimos la oportunidad de trabajar a su lado y amigos de verdad en todos los continentes y el movimiento sindical latinoamericano en particular.
Un merecido homenaje que le podemos brindar es recordar siempre sus pensamientos sobre la educación, los derechos de los trabajadores, las políticas económicas, la integración regional y subregional y la renovación de los sindicatos, que a mi juicio resumen el protagonismo que tuvo su dimensión de líder continental e internacional.
Luis fue un visionario que creía profundamente en todos esos temas y dan idea de su liderazgo, que iba más allá de lo propiamente sindical, sobre todo porque a pesar del tiempo transcurrido, aún permanecen vigentes.
Querido Luis, siempre estarás con nosotros!
Miguel Frohlich. 2018