Le corresponderá a los que actuaron de protagonistas profundizar en la trayectoria de Luis Anderson , asi como en el proceso que transformó una organizacion desprestigiada en una estructura sindical respetada y , en muchos sentidos, de vanguardia. De ese proceso yo fui testigo – aunque no siempre me conformé con ver los” toros desde la barrera” .
Lo que es cierto es que , si logré brindar alguna contribución. que fue mucho más pequeña de lo que me hubiese gustado.
Por el contrario, grande fue mi amistad con Luis. Lo había conocido como líder de la CTRP de Panamá y lo encontré un par de veces cuando estaba de Vice Ministro de Trabajo , pero nuestra amistad se hizo mas intensa desde que asumió el cargo de Secretario General de la ORIT , con sede en la Ciudad de Mexico , en donde yo también tenía mi oficina de funcionario de la OIT.
Allá mismo conocí a Gerardo Castillo , su secretario de educacion , su asesor, su asistente , y , sobre todo , el hombre del cuerpo a cuerpo diario en contra de todas las malas herencias del pasado.
Cuando , años después , llegó el momento de dejar su cargo , Gerardo pasó a ser uno de los colegas más valiosos de mi departamento en la OIT y siguio apoyando la obra de Luis con instrumentos y modalidades diferentes , pero no menos eficaces.
Desde el comienzo de su aventura en la ORIT, Luis persiguió con pasión y determinación el objetivo del desarrollo y fortalecimiento de una ORIT más auténtica y capaz de interpretar los anhelos y las necesidades de los trabajadores latinoamericanos. Aún en el marco regional de la ORIT, le quedaba claro que el éxito de la organizacion pasaba por un rescate y profundización de su identidad latinoamericana.
Un primer empuje en esa dirección lo habían dado Juan Jose Delpino y Enzo Friso , entonces a cargo del departamento América Latina de la CIOSL Ellos compatían una visión amplia y política del lugar que los paises en vías de desarrollo debían ocupar en el nivel internacional .
No solamente Luis trabajó con éxito para afianzar ese proceso y dotarlo de raices que lo hicieran irreversible , sino que – no siendo y no pretendiendo ser un intelectual – logró animar y orientar un destacado grupo de intelectuales , para la elaboración de un marco teórico que ayudara a entender la situación socioeconómica estructural y concibir las acciones concretas en funcion del objetivo final. Se abrio así un debate fecundo sobre los desafios del cambio que el movimiento sindical tenía que encarar y , por consecuencia , sobre los nuevos rumbos que tenía que tomar. Con los pies en el suelo y cargando el peso de las responsabilidades y los afanes del presente , Luis logró dirigir su mirada más allá de su horizonte temporal y sembrar semillas para cosechas de las que el mismo no disfrutaría.
Tuve la oportunidad y el privilegio de conocer y apreciar , en una u otra ocasión , a todos los integrantes de ese grupo . Mencionaré aqui solamente a Julio Godio , pues me gusta pensar que , en algun lugar del espíritu , Julito y Luis seguirán conversando sobre el sindicalismo sociopolitico.
La línea de los “ nuevos rumbos” representó también un intento de armar una respuesta firme y estratégica al neoliberalismo triunfante , cuyas recetas fueron paulatinamente adoptadas , de grado o – más bien – por la fuerza , por muchos paises del sistema capitalista periférico. Sin ser contrarrestadas con todos los medios disponibles , por las fuerzas democráticas de la izquierda y las grandes organizaciones sindicales de los paises centrales.
Esa línea , trazada en una de las coyunturas más negativas del siglo XX, marcó , en cuanto a América Latina se refiere , el comienzo de un camino que llevó ,a pesar de los inevitables retrocesos y contradicciones , a la Plataforma Laboral de las Américas . Un sindicalismo forjado al calor de experiencias tan adversas , podía plantearse el objetivo más ambicioso de abrirse al diálogo con la sociedad y buscar interlocutores para la construcción de alianzas progresistas más amplias.
En el archivo de mi memoria , bajo el renglón recuerdos sindicales imborrables , dos eventos ocupan un lugar muy destacado .
Empezaba el invierno 1994-95 y me encontraba yo de misión en Bruselas haciendo intercambios con la Unión Europea en vista de un proyecto de cooperación técnica. En Bruselas estaba también Luis , participando en una reunión de la CIOSL.
El Secretario General de la CIOSL, Enzo Friso – amigo entrañable desde hacia entonces veinte años y hoy en día más de quarenta – nos invitó a su casa en Waterloo para tomar un trago después de cenar. El horario indicado nos hizo sospechar que algo habia pasado , pues Enzo , de costumbre , se acostaba temprano . No nos habiamos equivocado . Al llegar a su casa , nos dijo de entrada que queria informarnos de antemano de su decisión irrevocable de dimitir del cargo de Secretario General- No es este el lugar para profundizar las razones que lo llevaron a una conclusion tan inesperada de su mandato. Los que conocen a Enzo saben que no tiene ningún parecido con el burocrata sindical , y que no se quedaría un día más en un cargo -por prestigioso que fuera- de no existir las condiciones para desarrollar una acción política como la que él deseaba.
Al final de una conversacion bastante larga , nos despedimos de Enzo y nos fuimos al hotel de Luis. No pegamos ojos y seguimos toda la noche intercambiando ideas sobre las repercusiones de la nueva situación con respecto a la postulación de Luis a la Secretaria General de la CIOSL. Quedaba claro que Luis tenía dos o tres meses para afianzar su candidatura en lugar del par de años esperados … Aún contando con más tiempo , nada estaba garantizado , pero el objetivo estaría más al alcance.
El respaldo de algunas organizaciones sindicales de peso estaba asegurado , pero de ninguna manera sería suficiente. Habia mucho trabajo en un plazo demasiado corto . Sin embargo , a las primeras luces del día , y cuando el nivel de la botella habia bajado bastante , la conclusión de Luis firme y clara, fué que no quedaba otra altertativa: aguantar el chaparrón y ponerse las pilas .
Las ambiciones personales estan a menudo envueltas en consideraciones políticas o ideológicas , para darles altura y nobleza. No fue el caso de Luis. El cargo al que aspiraba expresaba por cierto también sus ambiciones de líder,como es normal. Sin embargo , de ser esa la razón prioritaria de su candidatura , hubiera renunciado al día siguiente de esa noche en Bruselas , cuando la dificultad de salir ganando aparecio en toda su amplitud. Al contrario , aprovechó hasta el último día la oportunidad que su campaña le ofrecia para dar a conocer mejor sus ideas y propuestas en el ámbito internacional. Y nunca intentó ganar aliados nadando en dos aguas , a pesar de tener , de exigirlo las circumstancias , buena mano izquierda.
Al final , los obstáculos puestos por algunas organizaciones de los paises desarrollados fueron insuperables .
Nos encontramos otra vez en Bruselas , debía de ser en febrero de 1995 , si no me falla la memoria. Tomando café en un boliche cerca de la CIOSL , Luis quiso leerme el discurso de renuncia a su candidatura que iba a pronunciar ese mismo día ante el Comite Ejecutivo. Palabras claras , a veces duras , pero palabras que no tenían sabor a derrota , sino que expresaban el orgullo de haber luchado -y el firme propósito de seguir luchando- para conseguir aquellos objetivos que juzgaba que eran los más adecuados para el futuro de la CIOSL .
Al despedirnos le recordé que , según el refrán , las cosas de palacio van despacio , y que la Iglesia Católica , a despecho de su carácter universal , seguía esperando desde siglos un Papa del tercer mundo.Me contestó sonriendo que él no tenia siglos por adelante . Nadie podía imaginar en ese momento que no serían siglos…sino ni diez años.
La verdad es que el movimiento sindical mundial no estaba preparado para la transformación que una Secretaria General al mando de Anderson hubiera planteado.
Hoy día estoy demasiado alejado de la evolución del sindicalismo global como para pensar que podría ocurrir en las mismas circuntancias . Mientras tanto, desde el Vaticano se difunden mensajes de un Papa del tercer mundo. Quizas sea de buen auspicio.
Giusseppe Querenghi. Septiembre 2018