Podría escribir durante mucho tiempo para recordar dignamente a Luis Anderson como Secretario General de ORIT, pero me limitaré a ilustrar lo que considero sus méritos más sobresalientes. Sobre todo, porque leí con gran interés la contribución más que apropiada y exhaustiva de Pino Querenghi, que era, estimado por todos, el asesor de la OIT para las actividades con los trabajadores en América Latina. Me gustaría agradecerle con todo mi corazón por lo que escribió sobre mí.
Siempre he creído que fue un gran error, por parte de los fundadores de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, crear una organización regional «interamericana». Reuniendo, es decir, las organizaciones sindicales afiliadas de América Latina y América del Norte. Y esto, no tanto y no sólo porque el tamaño de los problemas económicos / sociales de los trabajadores era bastante diferente sino, sobre todo, porque una sola organización, la AFL-CIO de los Estados Unidos tenía un número de miembros (14 millones) mucho más alto que el de todos nuestros afiliados latinoamericanos, para permitirle controlar, yo diría de manera absolutista, la organización regional de CIOSL, la ORIT. En 1980, en medio de la Guerra Fría, la AFL-CIO creó el Instituto Americano para el Desarrollo del Trabajo Libre, que tenía la tarea de influir en la forma de ser del sindicato en los países de América Latina. Funcionó con fondos del Estado Federal y en colaboración con la CIA. Tenía uno o más representantes permanentes en cada uno de los países de América Latina.
En 1969, cuando la AFL-CIO salió de CIOSL, decidió al mismo tiempo seguir siendo miembro de ORIT. La CIOSL se vio forzado a negar su organización regional, tratando directamente con los afiliados latinoamericanos. La decisión de la confederación sindical estadounidense de abandonar CIOSL se tomó como consecuencia del hecho de que muchas afiliadas europeas habían establecido contactos frecuentes con las organizaciones pseudo sindicales de Europa del Este. Digo «pseudo» porque en realidad eran la expresión exclusiva de los Partidos Comunistas que en esa época dominaban la vida política de esos países de manera dictatorial, la vida política de esos países.
A propósito, los afiliados europeos estaban convencidos de que con estos contactos favorecerían un desarrollo democrático en Europa del Este. La historia dirá que esto sólo fue posible cuando, siguiendo el ejemplo de la Confederación Sindical Polaca, Solidarnosc de Lech Walesa, los trabajadores de Europa del Este comenzaron a reclamar el derecho a crear organizaciones sindicales libres autónomas para los gobiernos.
Sin embargo, el gran mérito de Luis Anderson, una vez responsable de la ORIT, fue devolver a la organización regional interamericana a su canal natural y aplicarla escrupulosamente en el marco de la política de CIOSL. Y esto, manteniendo relaciones amistosas con la AFL-CIO hasta el punto de contribuir a su regreso al CIOSL. No son pocos los méritos.
Enzo Frizo, Italia, septiembre de 2018
Ex secretario general de la CIOSL, Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres