Recuerdo a Luis como un hombre de pensamiento abierto, crítico y al mismo tiempo constructivo y realista, siempre pensando como aterrizar las ideas. Fueron los años 80, tiempos de crisis estructurales en América Latina, con la deuda externa, el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones y de las miradas hacia adentro; de la llamada ‘década perdida’ por lo que concierne al empleo, las condiciones de trabajo y el bienestar en general.
Él sabía que los años venideros no iban a significar un retorno al pasado, a la lógica sindical correspondiente a economías cerradas y negociaciones entre los actores sociales cupulares a nivel nacional. Con márgenes de maniobra cada vez más limitados y dictados por lineamientos de los bancos centrales y ministerios de hacienda de los países. El tiempo de la reivindicación salarial más allá de la inflación y los contratos colectivos con prestaciones integrales que incluyeron a la familia y comunidad de los trabajadores, fueron cada vez más difíciles de sostener en un contexto de movilidad del capital y mercados abiertos. De la misma manera se dio la erosión de la figura del estado benefactor, que en varios países se había venido construyendo en años previos, con todas las limitaciones y adversidades que significaban las dictaduras y los regímenes autoritarios.
Ante este panorama, Luis y su equipo de colaboradores de ORIT estaban convencidos que la visión debía tener varios ejes para poder enfrentar la nueva realidad que se estaba avecinando. La unidad de las organizaciones sindicales de la región era una condición sine qua non ante la globalización. Sin embargo, la unidad para poder prosperar, requiere de miradas y valores compartidos. Luis sabía navegar entre las diferentes corrientes sindicales en la región, enfatizando más las causas comunes que las diferencias ideológicas o de convicciones. Tarea nada fácil, pero su trayectoria profesional seguramente le ensayó que el avance se da en pequeños y persistentes pasos, aterrizados y consistentes.
La gran visión era la propuesta de un sindicalismo sociopolítico, sobre todo para recuperar los espacios que se habían perdido durante las dictaduras en los países del Cono Sur y Centro América. El tema de fondo era y es, dar contenido y sustancia a la visión. Como cualquier iniciativa de cambio de estrategia, significan procesos de aprendizaje institucional, de prueba y error, de constante reflexión y análisis. Es ahí donde Luis mostró su capacidad de líder.
En la presentación del libro que se publicó a raíz de la conferencia internacional ‘Crisis Económica y Revolución Tecnológica’, en Rio de Janeiro, Brasil 1988, Luis concluye: ‘El sindicalismo en América Latina y el Caribe está luchando por incrementar su participación en el proceso de transformación económica y social en todos los niveles. Esto requiere una continua reflexión, evaluación y análisis de las variables determinantes del proceso de desarrollo en el seno del movimiento sindical.’
Desde el piso del edificio de la CTM, en la Ciudad de México, donde teníamos el proyecto OIT/CTM ‘Modernización Productiva y Participación Sindical’, solíamos bajar al piso de ORIT en el mismo edificio. La puerta de la oficina de Luis generalmente abierta. Primero conversamos los temas con Gerardo Castillo y luego lo comentamos con Luis, cuando estaba. Siempre interesado en escuchar lo que estábamos haciendo en materia de educación sindical con las federaciones y sindicatos nacionales, relacionado con el cambio tecnológico y apertura de mercados, dándonos su opinión y sugerencias. La productividad no era un tema tabú.
La coincidencia de que el sindicato debía involucrarse en la gestión de la productividad a nivel de las empresas, especialmente en relación a la organización del trabajo y las políticas de recursos humanos y con ello recuperar el espacio acerca de la gobernanza del trabajo, conllevó a la solicitud de preparar un documento de trabajo para la conferencia internacional en Brasil. El reto era grande ya que se trataba de integrar un planteamiento macro, meso y micro y las posibles estrategias sindicales en cada uno de los niveles y con su articulación.
Más grande fue el reto de dar un enfoque coherente y consistente con las políticas de la ORIT y sus sindicatos afiliados. Reconocer por un lado el potencial que conllevan las nuevas tecnologías y al mismo tiempo identificar las tendencias negativas que implican para la clase trabajadora y la sociedad en general. Que se requiere de la co-gobernabilidad por parte del movimiento sindical organizado en las transformaciones, creando nuevos espacios de negociación, que deben conducir a la inclusión de todos los trabajadores.
El documento se extendió y una vez presentada en la conferencia, Luis apoyó la publicación como libro con la editorial Nueva Sociedad. Se consideró como un aporte para la discusión y no como un documento de lineamiento ‘oficial’ de la organización. Fue muestra del espíritu plural de Luis, que lejos de dogmatismos y sectarismos, promovía la generación de nuevas ideas y reflexiones acerca del mundo laboral en transformación.
Esta apertura a la pluralidad se manifestaba también en la gente cercana a Luis, lo que nos permitió establecer enlaces de amistad más allá de la formalidad del trabajo. Las conversaciones y reflexiones con Julio Godio, Gerardo Castillo, Alvaro Orsatti, Pedro Daniel Weinberg, entre otros, eran abiertas donde las ideas y propuestas floreaban, a la vez de la duda y el escepticismo de lograr las concreciones ante la realidad heterogénea, compleja y contradictoria de las relaciones laborales en el continente.
No faltaban los momentos de convivio familiar y de amigos. Como no recordar los asados mexicanos en el Ajusco, de barbacoa y nopal, donde Luis y su familia nos acompañaban. Con hijos de la similar edad, justamente nacidos en el año de la conferencia.
Luis nos deja un legado que en el contexto actual resulta más que pertinente ante el imperativo de construir nuevos rumbos hacia un movimiento sindical unido, abierto y plural, ante el riesgo de una crisis sistémica de las relaciones laborales a nivel del continente y global.
Leonard L. Mertens, México, septiembre 2018.